Tu ventana

Abres la puerta de tu ventana y me adentro con titubeo, dejando atrás un paso por si me tropiezo. 
Dejas de par en par tu invitación a las sombras y un rayo de luz se cuela para alumbrar tus hojas.
El fantasma de tu pasado se asoma en la penumbra y nos observa imponente. 
Nuestro momento está inmerso en el presente y no deja lugar a oyentes. 
Al marchar me deslumbra de nuevo el recuerdo que llevo clavado, pesado. Ambos temblamos y el suelo se vuelve de mantequilla. 
Los sueños despiertos y dormidos nos zarandean, tu mano en la mía, se acerca y se aleja. 
Te siento y ya no sé si eres producto del reflejo que proyecto, el cristal de tu ventana me devuelve una sonrisa que desconzoco en mi rostro manchado de llanto. 
Cualquier espanto se esfuma si me clavas tus ojos robados de un cuento de madrugada.
Siento que no valgo nada. Pero sigo brincando entre las flores, me imprengo de sus olores, en mi centro encuentro la fuerza para solucionar el acertijo y acierto.
Quizás es cierto que tumbada soy todo y sin mi mitad desaparezco. Mas los cuerpos no tienen mitad, son un todo, o eso me obligo a pensar desde hace tiempo.
Los géneros se disuelven, hoy puedo ser yo la más fuerte, tú el más sensible y llorar juntos y brotar pétalos de un charco donde nos sumergimos para encontrarnos en lo desconocido.
Bajo el agua caliente se está de cine, me despojo de la máscara, sostenme los cabellos que me inundo en tu centro. 

¿Prosigo?


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