Estruendo
Y otra vez lo
estaba haciendo, estaba posando mi bienestar en tus manos que ayer me mecían y
hoy se abren para dejarme caer y no entienden. Me ruboriza lo sencillo que es
apagarme y dejarme de nuevo a oscuras en la habitación de paredes vacías. Me
sorprende mi capacidad de huir y colarme de hurtadillas en la habitación
contigua para pintar con energía sus muros grises y creer que puedo vivir colgada
de las flores que dibujé. No son mis colores. Mi lugar está de vuelta aquí, en
esta guarida inestable que la tenue luna se atreve a visitar por las noches y,
en ocasiones, me comparte su luz prestada. Perdóname luna. Te prometo que
aprenderé a relajar los dientes y a seguir mi norte como el navío en medio de
la nada estrellada. Pondré en ello, todo mi empeño.
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