Dramas urbanos

Empiezan las semillas a alzar el vuelo, perdiendo el norte, soltando sus manos. Las noches compartidas se graban en la memoria y se recuerdan con sonrisas puntuales. Ya las noches no son largas conversaciones por cable, ni los días se suceden entre libros y recreos. Mas los dramas urbanos siguen su curso y nosotras soñamos con cuál será el siguiente. 

La primera vuela alto el próximo domingo, rumbo a Cuba persiguiendo lo que no está escrito. Nadie fue capaz de frenar su desenfreno y el sólo intento por alcanzar el son y pervivir en ese ritmo incansable la mueve hacia tierras lejanas. Todas esperamos con intriga su regreso.

La segunda comenzó a enfrentarse cara a cara con su demonio más profundo a finales de cuarentena. Llevaba arraigado tanto tiempo en su esbelta figura que todas creímos que formaba parte de su ser. Mas con su fuerza fue capaz de mostrarnos sus dos caras y a pasitos de gigante le va impidiendo perecer.

La tercera cayó en la ola a principios de invierno, arrastrada por la resaca de un largo viaje que no pudo dejarla indiferente. El vaivén de la mochila, el amor por inercia, el desapegarse de quién una vez fue y hoy ya no la representa, le causó tal desbarajuste que tuvo que buscar ayuda en todo lo nuevo. Y lo nuevo es lo que poco a poco logra poner color a sus días. Personas nuevas, nuevos aires, nuevos ritmos y una nueva visión de la vida.

La cuarta volvió de Canarias con su demonio de la mano, consciente esta vez de su cara y ojos, y con tiento, logra convivir con él a pedacitos de tiempo aquí y allá, reconstruyendo su fortaleza también en la novedad y en romper con lo preestablecido, algo sumamente denso para lo que ella pudo haber sido.

La quinta se cansó de jugar y hoy apuesta fuerte por lo que siente sin querer afirmarlo. Mima, quiere, cuida, todo aquello que para las demás fue la perdición, es para ella una insólita forma de enfrentar el desapego y coger la vida por los cuernos. Fluyendo en la marea de su rojo pelo, acompañada siempre de su fiel amiga de cuatro patas, hoy vive donde todas algún día huimos en busca de refugio.

La sexta, que hoy escribe estas líneas, siente que se le derrama la verborrea por donde pasa. Su cotidianidad se desenvuelve en un sinfín de miradas, cada una de ellas sumidas en sus propias historias que se pierden y se enredan en el hilo que todo lo une. Siente que, tras sus pasos, va dejando la inocencia de quién se deja sorprender por el mundo, un mundo que se le antoja a veces llano, otras lleno de aventuras.


Juntas y a la vez libres de lazos, navegan cada una hacia su propio destino y sin mediar palabra acarician las historias de sus compañeras, tan lindas como divergentes, tan incomprensibles como sorprendentes. La vida alberga un sinfín de sorpresas para estas seis amigas. Seis personitas que no son nadie en este loco mundo lleno de humanos y mentes deformadas por los pecados de la vida, pero que entre ellas lo son todo y que confían en que si algún día caen, la red que se va tejiendo con los años no dejará que sangre la herida. Al menos, no por mucho tiempo.




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