La espera

Tu presencia desvanece todo lo demás
como una nueva ola en la orilla del mar.
Tansolo en mi mente voladora te encuentro
y tu cara persistente turba mis sueños.

No comprendo hasta dónde llega el poder de la proyección y desde cuándo empieza a ser azar,
pero dicen que toda persona en tu vida vino a enseñar,
así que me estremezco imaginando qué lección me viniste a dar.

Un instrumento silente espera con paciencia tus dedos, que algún día tarde o temprano lo harán sonar

Yo sola me rindo a contemplar en el presente el vacío de tu silueta de espaldas al tocar.

Los pájaros de la ciudad han comenzado ya su canto, los días se alargan sobre las noches de marzo.

Mi cabeza está apunto de estallar pero aún le queda un resquicio de fuerza para plasmar el impulso que me inspiras.

Quién sabe si algún día leeré estas letras sobre tu pecho dorado del sol de agosto, quién sabe si tus labios sonreiran al oirme recitarlo. 

Como en El amor en los tiempos del cólera paso mi vida imaginando tu respuesta que nunca llega, hasta cubrir de nieve las sienes que ahora me apretan. 

En el últim suspiro de mis días saborearé el rastro de tus besos, sabiendo ya que no importa si alguna vez me los diste, pues me basta con cerrar este verso.

Aunque por qué no tentar a la suerte con la afirmación.

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