A mi abuela

 A ti, que tanto me enseñaste y sigo aprendiendo en tu ausencia.

A ti, que luchaste una vida de batallas sufriendo en silencio, emitiendo solo lo bueno.

A ti que estás en cada rincón de mi ser y de lo que me enorgullezco.

A tus historias de niñez que suenan a relatos irreales de tan lejanos.

A tu valentía, a la fuerza con que encaraste todo lo que te sobrepuso. 

A tus manos finas de rozar durante tantos años la vida, a tus ojos como manantiales de sabiduría.

A tu recuerdo que quema latente en mi pecho y al que no consigo encararme sin derramar un océano.

Hoy te escribo a ti, Armonía, a tu trazo firme, a tu perseverancia, a tu amor infinito.

Porque sigues siendo la guía que me alumbra, la confirmación de lo justo, la lección aprendida.

Por que sé que te acompaño en el camino que elegiste, sea el que sea, como tu hiciste conmigo, pese a no comprenderlo. 

No estábamos tan lejos, abuela. No lo estamos tampoco ahora. Te siento en cada poro y en la atemporalidad de todas las cosas. 

Eres el orgullo de mi memoria, la sonrisa de mis días, el motivo de mis pequeñas victorias.

Hoy decido recordarte candente y también dejar ir tu huella en este mundo que ya no te pertenece pero que fue tan tuyo. 

Siempre es algo inconcebible. Así que diré dentro. Profundo. Como el verdadero amor. Ahí estás tú.

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