Hacía ya un tiempo

He ido hasta el puerto para hablar con la Luna, aquí se ve más fuerte y creo que me escucha mejor.. mis pensamientos se mecen como el barco varado. Una gaviota rompe con su vuelo blanco la oscuridad del cielo y su reflejo emite destellos en el agua. Algunos transitan por mi lado dirigiendo sus pasos por la línea del tiempo, imparable. Por la diminuta ventana de un velero, apenas del tamaño de la ranura de un buzón, atisbo una televisión que va sucediendo las escenas. Una pareja consuma su amor en pleno ajetreo de la ciudad, en su rincón. Cuántos rincones de soledad existen entre la multitud, se pliegan escondidos donde nadie los ve, y sin hacer ruido esperan pacientes la huída de quien, saturado, busca salir de todo. Al verlo venir, lo abrazan y acarician su rostro con el irrefutable soplo del silencio. Se hunde. Se hunde el alma compungida por la velocidad de la existencia, por el vértigo que produce el simple hecho de ser. Y después, después sólo queda la quietud, el suave movimiento de las hojas en los árboles, una reverencia hacia la existencia, la luz.

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