De vuelta


Mi balcón de siempre, mi humo de cigarro, mis letras. Yo. Corriendo hacia mí viene la inspiración, como olvidada bajo el cajón, me grita: agárrame. ¿Por qué me olvidaste? ¿Dónde has estado? Cuéntame. Y te cuento, soledad, que te extrañaba. Extrañaba tu sabor amargo, tus letras vacías de una mente a rebosar. Tan pesada que por fin descargo y descanso en mi letargo. Observando a la gente pasar, recurriendo a mis expresiones, volviendo. Regreso de un largo viaje, le digo. He visto muchas cosas, he vivido. Perdóname por ser tan egoísta de no atreverme a mirarte. Hoy te reto de nuevo y estás fría. Como la luz que se apaga, como la tierra seca, como el sonido ahogado de un camión que huye. Gracias, le digo, por no abandonarme nunca. Por estar siempre ahí aunque te ignore y ahogue tu pescuezo en el agua. La mirada perdida, el pulso tembloroso, se fue el cíclope del único ojo. Se fue y no quiero que vuelva, por un rato largo. Largo como el tiempo que se detiene en un abrazo. Los chicos gritan y la acera aúlla implorando oxígeno, oxígeno que le arrebatamos a la tierra que debajo yace, penitente. El regadío de cada noche me obstruye las venas y me empuja a despegar el vuelo del ave que nunca cesa de buscar su instinto. Y así me encuentro, a solas con mi instinto. Disculpa mi tardanza, no prometo quedarme más tiempo del necesario, lo que haga falta.

Comentarios

Entradas populares